Melasma: manchas faciales

El melasma es un trastorno de la pigmentación de la piel facial, frecuente, sobre todo, en mujeres, y relacionado con la exposición solar y con factores hormonales, en una persona genéticamente predispuesta a la aparición de manchas. El melasma no siempre se asocia con el embarazo o con el consumo de anticonceptivos orales, aunque pueden ser factores importantes en su desarrollo. Hay pacientes que relatan la aparición de manchas en la cara sólo a partir de su segundo o tercer embarazo, lo cual indica que la edad también debe jugar un papel importante en la aparición de pigmentaciones faciales tipo melasma, determinando su inicio y modulando la intensidad de las mismas.

 El principal desencadenante para la aparición del melasma es la exposición a la luz ultravioleta, que incrementa la síntesis de las hormonas alfa-MSH y ACTH, lo cual conduce tanto a la proliferación de los melanocitos como al aumento en la síntesis de melanina (pigmento que dar el color moreno a la piel).

 Recientemente se ha visto que en el melasma existe un incremento en la vascularización de la piel lesional tanto clínica como histológicamente. Esto estaría relacionado con un aumento en la expresión de factores angiogénicos como el VEGF (“vascular endotelial growth factor”), el cual está incrementado en la piel con lesiones de melasma, en comparación con la piel circundante. Pero todavía no se sabe si esto es un epifenómeno del daño producido por la luz solar o si podría tener un papel en el desarrollo del melasma.

 Teniendo en cuenta todo lo anterior, para que se desarrolle un melasma parece que deben interactuar melanocitos y queratinocitos de la epidermis (principal punto de acumulación del pigmento) con fibroblastos y células de los vasos sanguíneos de la dermis. Por ello, el tratamiento del melasma es más complicado que usar una simple crema despigmentante. Hay que emplear distintas combinaciones de tratamientos, adaptadas a la piel de cada paciente, y evitando siempre procedimientos demasiado agresivos, que lo único que pueden hacer es empeorar las cosas y manchar más la cara. Es necesario el uso de fotoprotectores adecuados a diario, unido a hábitos de evitar horas de máxima exposición solar y usar medidas físicas de fotoprotección (gafas de sol amplias, gorra o sombrero, etc). También es fundamental usar cosméticos con principios activos que prevengan la pigmentación facial. Y, por último, con precaución, se pueden hacer tratamientos profesionales “de choque”, de tipo estético o, a ser posible, médico, como peelings químicos, láser, etc).

 Es importante que el paciente sepa que no hay que descuidarse en las medidas preventivas, pues la predisposición y tendencia a mancharse persiste, por lo que también hay que hacer tratamientos de mantenimiento.

Fotografía: Photoxpress

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