Alimentos alcalinizantes y acidificantes

EQUILIBRIO ÁCIDO-BASE

DEFINICIÓN

El grado de acidez o alcalinidad se mide a través de una escala llamada de pH (potencial de hidrógeno), que va de O (extremo ácido) a 14 (extremo alcalino), ubicándose en el centro (7) el valor neutro. O sea que entre O y 7 tenemos los valores de acidez y de 7 a 14 los de alcalinidad. 

En el organismo, la sangre lleva a todas las células los nutrientes que necesitan y retira de ellas los residuos tóxicos y ácidos que se producen como resultado del metabolismo de dichos nutrientes. Merced al proceso de respiración celular, las células reciben parte del oxígeno que necesitan para sus procesos vitales. Los residuos que se originan del proceso de combustión interna celular son de naturaleza ácida y deben ser evacuados del organismo a través de las vías naturales de eliminación (riñones, intestino, piel y pulmones). Para neutralizar esos metabolitos ácidos, la sangre debe mantener un ligero nivel de alcalinidad, lo hace manteniendo un flujo constante de sustancias de naturaleza alcalina. En una persona sana el ph de la sangre, debe oscilar entre 7,40 y 7,45. 

El primer aporte de las sustancias alcalinas son los alimentos.
En caso de ulterior necesidad -sea por exceso de ácidos o por carencias nutricionales de bases- puede recurrir a la reserva alcalina de huesos, dientes, tejidos y humores. De este modo la sangre se convierte en un «ladrón» de la estructura orgánica, con el sólo objetivo de restablecer el equilibrio ácido-base. Algunos autores piensan que este podría ser el principio de procesos como la descalcificación y la desmineralización, esto no ha podido ser científicamente demostrado. 

De ahí la importancia de consumir alimentos alcalinizantes y evitar alimentos y situaciones acidificantes.

UN EXCELENTE INDICADOR: LA ORINA

Los ácidos en exceso son eliminados a través de los riñones, con la orina tenemos un modo simple y preciso de verificar que está sucediendo en nuestro organismo. El sistema para verificar este valor es sencillo y se basa en el simple uso de tiras de papel reactivo. Este método de verificación fue descubierto por el científico húngaro Erik Rucka y desarrollado por la Dra. Catherine Kousmine, investigadora suiza. «Una persona sana y bien equilibrada, que recibe suficiente cantidad de sustancias alcalinas en su alimentación, tendrá, en la segunda orina de la mañana, un pH ligeramente alcalino (6,4 – 6,9), idéntico al de la sangre. La primera orina no sirve para el control, por ser naturalmente ácida, ya que el reposo nocturno sirve para que los riñones eliminen los productos ácidos de desecho».

 

Veamos qué se entiende por alimentos acidificantes y alcalinizantes. 
El agua pura, que es neutra, tiene un pH 7,07.
En general, la mayoría de las frutas y verduras resultan alcalinizantes.
Muchas frutas (cítricos) tienen un pH bajo (o sea, que resultan ácidas). Aclaremos una confusión generalizada: no es lo mismo la reacción química de un alimento fuera que dentro del organismo. Cuando el alimento se metaboliza, puede generar una reacción totalmente distinta a su característica original. Es el caso del limón o de la miel. Ambos tienen pH ácido, pero una vez dentro del organismo provocan una reacción alcalina. 

Los minerales juegan un rol importante en el comportamiento acidificante o alcalinizante de los alimentos. 

Por lo general resultan acidificantes aquellos alimentos que poseen un alto contenido de azufre, fósforo y cloro. 
En cambio, son alcalinizantes aquellos que contienen buena dosis de: calcio, magnesio, sodio y potasio. 
Es importante conocer el proceso de elaboración de las comidas. Un 40-60% de los elementos minerales y un 95% de las vitaminas y bases, se pierden en el agua de cocción de las verduras. 

De ahí la importancia del sistema oriental de cocer las verduras al vapor en cestas de acero o bambú, o sea, sin que estén en contacto directo con el agua. También comprendemos el alto valor terapéutico de los caldos, que conservan todo el contenido alcalino de las verduras y que resultan tan equilibrantes en enfermos y convalecientes.

ALIMENTOS ACIDIFICANTES

Edulcorantes: aspartamo, azúcar blanco y moreno y miel procesada. 
Frutas: arándanos, ciruelas pasas, cerezas, ruibarbo y zumos de frutas procesados. 
Legumbres y hortalizas: patatas peladas, alubias pintas, espinacas cocidas y habas. 
Carnes, pescados y mariscos.
Lácteos y huevos: emmental, parmesano, camembert, queso de oveja y cabra, Requesón, nata agria, cuajada, creme fraiche, mozzarella, queso para fundir y huevo entero. 
Semillas y frutos secos: avellanas, semillas de lino, nueces, sésamo y cacahuetes, anacardos y pistachos.
Aceites: aceite de maíz. 
Cereales: cornflakes, harina integral y derivados, pan blanco, pan negro, almidón de maíz, cebada, sémola de trigo, pastas, arroz, harina de trigo, harina de escanda y copos de avena.
Bebidas y varios: chocolate, cerveza, refrescos, te y café.

ALIMENTOS ALCALINIZANTES

Edulcorantes: Miel cruda, sirope de arce o de arroz y stevia. 
Frutas: Poco alcalinos: naranja, mandarina, plátano, cereza, piña, melocotón y aguacate. 
Alcalinos: mora, frambuesa, aguacate, albaricoque, fresa, dátil, higo, melón, kiwi, manzana y pera. 
Muy alcalinos: limón, pomelo, sandía, limas, uva, mango y papaya. 
Legumbres y hortalizas: Poco alcalinos: zanahoria, tomate, maíz fresco, champiñón, calabaza, guisantes, patatas con piel, olivas, soja y tofu. 
Alcalinos: calabaza, guisantes, remolacha, apio, lechuga, calabacín, boniato y algarroba. 
Muy alcalinos: espárragos, ajo, cebolla, perejil, espinacas crudas, brócoli y col. 
Lácteos y huevos: leche fresca, leche de soja, leche de cabra, nata sin tratamiento, yogurt, yema de huevo, mantequilla de nata dulce, lecha U.H.T, nata U.H.T. 
Semillas y frutos secos: castañas y almendras. 
Aceites: aceite de canola, de semilla de lino y de oliva. 
Cereales: harina de soja, mijo, arroz salvaje, quinoa y tofu. 
Bebidas: té de jengibre, té verde, de hierbas y agua de limón.

Foto: Photoxpress

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