Psiconeurobiología: entrevista con el Dr. Mario Puig

Psiconeurobiología: entrevista con el Dr. Mario Puig

«Se ha comprobado actualmente que un minuto  entretenido en un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario  en una situación delicada durante seis horas.»

Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?

Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que  confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar  por su trayectoria.

¿Psiconeuroinmunobiología?

Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el  pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano.
Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la  palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha  sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y  producir cambios físicos muy profundos.

¿De qué se trata?

Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entretenido en  un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación  delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio  permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del  cerebro y en la constelación hormonal.

¿Qué tipo de cambios?

Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del  aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad  intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro  más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

¿Tenemos recursos para combatir al enemigo  interior, o eso es cosa de sabios?

Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la  respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir  cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la  serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales  entre los dos hemisferios.

¿Cambiar la mente a través del cuerpo?

Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos  están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen  que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es  más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la  respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

¿Dice que no hay que ser razonable?

Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor,  estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero  cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza,  aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el  cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

Exagera.

Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos  como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una  interpretación de la realidad.

Más recursos…

La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar  con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que  decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva,  específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron  remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los  circuitos que les generaban estas enfermedades.

¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?

Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una  frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era  metafórica. Ahora sabemos que es literal: “Todo ser humano, si se lo  propone, puede ser escultor de su propio cerebro”.

¿Seguro que no exagera?

No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras  emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del  observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo  que es, vemos el mundo que somos.

¿Hablamos de filosofía o de ciencia?

Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden  activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las  hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han  demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía  interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario  pueden reducirse un 80%.

¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?

Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se  transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de  Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del  impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la  seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para  crecer hay que salir de esa zona.

La mayor parte de los actos de nuestra  vida se rigen por el inconsciente.

Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando.
Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya  espontaneidad primero ha de haber preparación, si no sólo hay  automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el  entrenamiento de la mente.

Deme alguna pista.

Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su  propia palabra. Cuando decimos “voy a hacer esto” y no lo hacemos  alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la  conciencia.

Ver lo que hay y aceptarlo.

Si nos aceptamos por lo que somos y por lo  que no somos, podemos cambiar.
Lo que se resiste persiste. La aceptación  es el núcleo de la transformación.
Sin fe en uno mismo hay temor,  el temor produce violencia,  la violencia produce destrucción,  por eso, la fe interna supera la destrucción.

Extraído de la entrevista al Dr. MARIO ALONSO PUIG Cirujano, investigador de la inteligencia  humana y del aprendizaje hablando sobre  psiconeuronmunología.  El contenido de la entrevista en el Canal TV3.

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