Veneno en blanco
Los datos
Entre 1967 y 1970, la Fundación para la Investigación del Azúcar (una institución que representaba al sector) ofreció 12.000 dólares (lo que vendría a suponer hoy día unos 85.455 dólares) para unos 269 proyectos que a su vez eran financiados por la industria del chocolate y pastelería con un presupuesto anual de 120.000 dólares (unos 854.558 dólares actuales). En estos trabajos se perseguía encontrar una vacuna humana o el uso de enzimas para evitar las caries, ninguno tenía por objetivo evaluar qué alimento generaba más daño al diente o cuál era el efecto del azúcar sobre el esmalte.
«Esta práctica es la que sigue realizando ahora la industria con otro objetivo: intentar ocultar el vínculo entre el consumo de bebidas azucaradas y el desarrollo de diabetes tipo 2 y la obesidad. Ahora siempre se habla de balance energético, es decir, la culpa de que desarrollemos estas enfermedades se achaca no a los alimentos que tomamos sino a que nos movemos poco. Además, estas empresas afirman que todos los hidratos de carbono son iguales, algo que no es cierto. Financian estudios sobre edulcorantes no calóricos, nunca comparan sus productos con alternativas naturales. Publican mucho sobre lo que les interesa sin que esté el enfoque óptimo del problema», explica Aitor Sánchez, del departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Granada y autor del blog Mi dieta cojea.
Pero el estudio de Kearns, no sólo detectó un desvió de la investigación hacia derroteros distintos al problema principal sino también la presencia de ‘puertas giratorias’. El que había sido jefe del Instituto Nacional para la Investigación Dental, Philip Ross, pasó en julio de 1968 a ocupar la presidencia de la Fundación Internacional para la Investigación del Azúcar. Ese mismo verano, esta institución trasladó sus oficinas principales de Nueva York a Bethesda, donde se encuentran los Institutos Nacionales de Salud.
Un año después Ross fijó una reunión para establecer las prioridades en la investigación dental y el panel de expertos estaba formado por todos los miembros del organismo público, el NIDR, salvo uno de ellos, un investigador que había vinculado el consumo de azúcar con un mayor metabolismo de una bacteria que terminaba generando caries.
Efectos
Estos conflictos de interés derivaron en que la estrategia estadounidense publicada en 1971 en el Programa Nacional de Caries Dental se basara en un 78% en las prioridades que la industria había identificado en 1969. Esto derivó en que no se tomara ninguna medida sobre el consumo de alimentos hasta 1980, año en que por primera vez se propuso prohibir los productos cariogénicos de los colegios, como medida para controlar las caries.
Sin embargo, no ha sido hasta este año cuando se ha tomado una medida global para frenar el consumo de azúcar. A comienzos de este mes, la Organización Mundial de la Salud ha hecho públicas sus directrices en las que recomienda a los adultos con un peso normal reducir la ingesta de azúcar al 5% de la ingesta calórica diaria, lo que equivale a una cucharada sopera al día..
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