Esto es lo que tiene que tener un cosmético para que sea efectivo

Casi desde niñas nos inculcan que hay que hidratar por la mañana y nutrir por la noche. Y es cierto, ¿o no? “No todas las pieles no son iguales. Primero, por genética. Y segundo, porque no todas las mujeres la han tratado igual. En esta suma influye cuánto hayan abusado del sol, la alimentación, si duermen lo necesario o no, si tienen o han tenido acné…”, explica Cristina Álvarez. “En cuanto ven que el rostro ya no está como antes lo normal es que crean que está deshidratado. Y comprarán una crema hidratante. Pero puede que ese no sea su problema y que, en realidad, el mal estado de su piel sea falta de oxigenación, flacidez, manchas, primeras líneas de expresión… Así que la hidratante no les hará mal pero tampoco resolverá su problema”.

Así que acertar con los principios activos adecuados para cada rostro es la clave para que un cosmético funcione. ¿Y ya está? Ni mucho menos. Hay que tener en cuenta el orden de aplicación de los productos. Que, por lo general, es limpiadora + serum + hidratante + filtro solar. Pero, que en la práctica se complica y mucho. “El orden dependerá de qué tipos de productos y principios activos vayamos a usar, así como, de la especificidad requerida por el paciente en el tratamiento. Dicho de otra manera, entre dos serums en base acuosa, uno para firmeza, con DMAE, y otro para hidratación, con ácido hialurónico y vitamina B5, primará el orden de necesidad de la persona”, aclara Inmaculada Canterla, licenciada en Farmacia, especialista en Dermocosmética. Si uno de los serums fuera acuoso y el otro oleoso, “habría que aplicar primero el de base acuosa ya que el graso forma una película que dificulta la absorción del otro”. Es lo de que el aceite y el agua se repelen, pero en versión cosmética. “Si se hace en orden inverso y solo penetra una parte del producto es como si tiráramos a la basura una porción de un cosmético y, encima, con la desazón de pensar que no sirve para nada”.

Hasta aquí todo podría parecer como entrar en un ascensor: cuestión de que unos cosméticos les ceden el paso a otros. ¿Suficiente? Para nada. Aún queda hacer un master en química para conocer los pesos moleculares de cada principio activo y los efectos que causan en las células. Porque, al parecer, los que hay que las estimulan para absorber todo lo que se ponga sobre la piel. Y, entonces, habrá que aplicarlos antes.

Entones, si dominamos el orden y sabemos qué principio activo hay que aplicar, ¿daremos con el cosmético adecuado, ese que nos dejará jóvenes y tersas? No excatamente. Queda por conocer la concentración del principio activo (que no viene indicada en la caja) y su presentación. Es la última clave para determinar por qué, sin ir más lejos, entre varias cremas con vitamina C, unas dejan el rostro resplandeciente y otras apenas se notan. “No es lo mismo un producto de vitamina C en forma de éster en base oleosa y con una concentración del 15%, que un ácido ascórbico al 1%. ¿Por qué? El primero está en la base adecuada para su correcta penetración y transporte, con una estructura química muy estable y activa y en una concentración elevada, por lo que será muy eficaz con muy poca cantidad aplicada. Por el contrario, el segundo tiene vitamina C, sí, pero en forma de ácido ascórbico, que es muy rápidamente degradable (se oxida muy rápidamente) y está en una concentración muy baja, así que, posiblemente por mucho que te apliques nunca llegará a realizar sus funciones”.

Los laboratorios afinan su maquinaria de I+D para mejorar la efectividad de los cosméticos dentro de los máximos que marca la ley. “La concentración máxima de cada ingrediente en un cosmético no depende del presupuesto del comprador, sino que viene regulada por normas de la UE. Y siempre será la dosis máxima en la que en las pruebas previas de laboratorio no se han encontrado reacciones adversas en ningún sujeto. Esto en la práctica supone que, aunque se podría aumentar la cantidad de ese ingrediente, no se hará para tener la certeza de que el producto que llega al mercado es 100% seguro para el 100% de los usuarios”, explica el dermatólogo Antonio Campo. “Por el contrario, cuando se realiza un tratamiento médico-estético, en ciertos casos el facultativo puede usar mayores dosis de ingredientes según la piel de cada paciente y dentro de la legalidad. Sucede, por ejemplo, con los peelings. ¿La exfoliación que se realiza en casa con productos granulados o con ácido glicólico no sirve? En absoluto, cumplen su función de limpiar, oxigenar y, hasta cierto punto, eliminar manchas. Pero no se puede pedir que alcancen la misma profundidad que un peeling de fenol modulado. “Pero este proceso jamás podría hacerse en casa porque es muy agresivo y debe estar supervisado en todo momento por el médico”.

Ácidos, bases, concentraciones, principios activos… ¿Hay que ir a Harvard para quitarse dos patas de gallo y un poco de sequedad facial? “No, hay que dar con el profesional de la cosmética que sepa valorar tu rostro y prescribir los productos adecuados a esa piel. Y aquí no vale ni lo que te dice tu amiga, mucho menos, lo que recomienda una famosa. Todos pueden ser buenísimos productos y ninguno irte bien a ti en concreto, apunta Canterla que antes de vender ninguna crema le pasa a sus clientes un cuestionario de varios folios donde pregunta, incluso, si están tomando algún medicamento que pueda interferir en la absorción de los activos cosméticos.

Queda una última pregunta: ¿es mejor olvidarse de potingues y pasarse directamente a los tratamientos médico estéticos ? No, la cosmética bien utilizada ralentiza el envejecimiento cutáneo sin tener que estar todo el día pinchándose o pegada a una máquina de rejuvenecimiento facial. Además, a ciertas edades donde empiezan a jugar los retoques, son excelentes para mantener los resultados entre sesión y sesión. “En el caso de mujeres muy jóvenes, donde los efectos del envejecimiento aún no son apreciables, un buen cosmético va a conservar la elasticidad de la dermis propia de la edad y un buen nivel de hidratación sin manchas a nivel más superficial”, apunta la dermatóloga Isabel Aldanondo. En otras palabras: los cosméticos sí son en buena medida el secreto de la eterna juventud. Solo hay que saber elegirlos y usarlos.

 

Fuente: http://smoda.elpais.com

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